Violencia obstétrica*

Abro los ojos en el zulo, como Ana Frank, como Gregor Samsa. Un extraño útero de yeso, helado. Un útero muerto (hay madres que paren fetos muertos; hay niños, también, que vienen a nacer de madres muertas). Un útero que quiere ventilarse y que no puede, con un patio sin una sola luz, pero con un sonido extraño de oficina, de burocracia yerma, difunta, taxidérmica. De oficina gastada, de obrero que vuelve justo a tiempo del plato de tortilla y los pies sobre la mesa. Despierto, avanzo, llamado por los golpes de un teclado, el crepitar caliente de una bolsa. Avanzo hasta la tienda, a un mundo de papel, por un canal del parto forrado de anaqueles y de libros. Y reconozco lomos, me encuentro con la Sontag, que escribe del dolor de los demás. Dolor de los demás que no es el mío, porque yo no he nacido y estoy a tiempo aún de no nacer. Voy a nacer al mundo entre los libros, y me lo pienso mucho, porque hay más mundo adentro que en la calle. Más mundo en las hileras de letras de los libros que en la promesa triste de la calle. Al fin nazco a la calle, el parto es siempre eso: un alma en desconcierto, un triste escupitajo de carne al desconsuelo. Hay un ambiente glauco, una luz deslucida, se filtra entre las lonas de un andamio de obra, la engullen los zaguanes con escombros, la convierten en un aliento frío, con olor a humedad. Como pasar la lengua por una pared fresca. En la calle me cruzo con otros muchos niños, paridos todos ellos al mismo desconcierto. Somos niños luxados del gozo primigenio, gastados, extraviados en esta calle ciega. Uno va en un carrito (¿adónde va el carrito?), otro lleva uniforme con calcetines altos, de un amarillo alto; otro espera delante de la luna tremenda de un gran escaparate, justo enfrente del libro El corazón que tengo. Vuelvo al canal del parto forrado de portadas. Me fijo en una de ellas que me llama de nuevo, que me invita al regreso, que dice justo así: Utilidad de las desgracias. A su lado está Patria.
Mi patria está en el útero.

* He aquí un ejercicio de calentamiento en el taller de escritura, el relato de un paseo desde el fondo de saco de la librería a una calle gris en obras, ida y vuelta.