21 de marzo de 2020

La miro como si mirara tu retrato, un retrato en blanco y negro. Pero este es el retrato de tus días del COVID, fuera quedan el resto de tus días. No captura tu alegría este retrato. No me deja ver tu piel, que habrá tocado tantas cosas en la vida. No habla de tu pasado este retrato, desperdigado entre los calendarios. No retiene un instante de memoria, sino un presente que puede ser eterno. Este retrato no está hecho de luz, sino de sombra.

Tome aire, no respire, no se mueva. ¿Lo habrás podido oír detrás de la máscara de oxígeno? Ya puede respirar. Ya puedes respirar, qué paradoja.

Detrás de la pantalla yo te observo. Por un momento tampoco yo respiro. Porque entre todas las radiografías que yo he visto no había visto nunca una radiografía tuya, no había visto nunca el retrato del COVID.

La miro con atención, pacientemente. Me da lo mismo que piensen que estoy loco (todos estamos locos estos días). Repaso tus pulmones que están blancos y trato de concentrarme en los milímetros por los que aún te cabe el aire (en el negro del pulmón está la historia). Trato de concentrarme en expandirlos (el pensamiento mágico, también en estos días). Deseo que el milagro de los peces obre en tus alveolos, porque sé que si no se multiplican por sí mismos nadie lo hará por ellos, aunque tengas un ejército de batas trabajando por ti.

Observo tu retrato y quiero buscar tu vida entre los bronquios. Quiero verte en los brazos de tu madre, quiero verte los besos. Quiero verte acariciando a un niño y encendiendo el cigarro. Quiero verte cometiendo los pecados diversos de la vida, pelando una naranja, atándote las botas. Quiero verte follando, llorando por tus muertos, meando en la montaña y haciendo la quiniela. Quiero seguir buscándote detrás de los pulmones.

Miro la radiografía y quiero verte en la vida mientras pueda, antes de entrar a verte entre los tubos y explicarte de qué va este retrato.