23 de marzo de 2020

Me despierto a las cinco. He dormido mejor. He conseguido, al menos, dormirme a la primera. Me levanto, también, a la primera, y con el café reviso protocolos: ¿qué hay de nuevo en el COVID? Me prohíbo abrir la prensa y no lo logro, pero es apenas un vistazo rápido. Me duelen las noticias, me escuecen en los ojos como escuece en las manos el alcohol estos días. A pesar de lo horrible de las cifras, tengo la sensación de que no hay nada nuevo por allí. En el coche no conecto la radio. Hoy sólo escucho música. Y acabo bajando las ventanas a medida que me acerco al hospital. Quiero oler la tierra y los naranjos, y mojarme la cara con la lluvia. Quiero colmarme los sentidos antes de llegar allí, donde están las noticias.

El hospital es hoy un hormiguero. No lo sabíamos, pero ha sido siempre un hormiguero. Veo algunas hormigas salir del turno de noche. Ya tienen otra cara estas hormigas, ya tienen otro tempo en las pisadas, miran con otros ojos. Vuelven a organizarse las hormigas.

Parece que nos hurgaron con un palo el hormiguero (de estructura tan rígida, de costumbres tan rígidas). Y todas las hormigas, distraída cada cual de sus rutinas, nos volvimos una turba de hormigas, una mancha de hormigas, un tumulto frenético de hormigas. Pero parece también que en ese mismo caos del hormiguero palpitaba un desafío a la entropía: la excepcionalidad constante de la vida, que tiende al orden en mitad del desconcierto.

No hay épica, diría yo, en estas hormigas. Hay el poder de reinvención de las hormigas, la enloquecida fuerza del desaliento en las hormigas (bendita compañía, Ángel González): en las hormigas que limpian ascensores, en las hormigas que pintan las paredes, en las hormigas que transportan camas, en las hormigas que dan medicación. La maravilla de todas las hormigas acudiendo, cada cual, a su tarea. En este horizonte suspendido… En esta incertidumbre de hormigas.

En el coche, de vuelta, pienso en cómo estarán en sus casas las hormigas. Celebro y maldigo esa capacidad de recuperación de las hormigas, y no logro entender si en ella hay más de rebeldía o hay más de sumisión. Estoy cansado.

Aparco y me cruzo con hormigas. Y nos buscamos hoy con otros ojos, las hormigas. Nos sonreímos ya con la mirada, las hormigas.

Entro en casa y cometo el desliz: ¿qué significa soñar con hormigas?